sábado, 13 de septiembre de 2014

20 años, de qué sirvió *

Capital Federal-20140913-00060

“Pueden robarte el corazón, / cagarte a tiros en Morón…” Lo había escuchado ya una y mil veces. Sin embargo, este testigo no se amedrentó y quiso ver de qué se trataba aquello. Debió haber interpretado ese mensaje de alerta que el filme, en un segundo de honestidad, le estaba dando.

“Pueden robarte el corazón, / cagarte a tiros en Morón…” dice el comienzo del tema principal de la película, perpetuando aquella molesta costumbre de que la lógica de un texto se subordine a los mandatos de la rima consonante. De tal forma que si al hombre le hubieran robado el maletín lo tendrían que haber “cagado a tiros” en Junín.

Sin embargo, el testigo fue al cine. A pesar de haber escuchado que “el amor es más fuerte, / el amor es más fuerte…” Frase por demás discutible y que habla del amor como en un jingle de guardapolvos de acrocel. ¿Más fuerte que qué es el amor? La historia de la literatura no debe registrar amor más intenso que el de Romeo y Julieta, pero el veneno fue más fuerte. ¿Pueden robarte las neuronas y suicidarte por Verona?

“El amor es más fuerte…” dice el tema principal de una película donde, a pesar de hablarse de la Argentina de fines de los 60, lo único más o menos fuerte es Cecilia Dopazo. Si hasta la escena en la que la policía reprime una marcha de estudiantes universitarios parece extraída de una publicidad de Coca-Cola. Ni siquiera le falta el beso de la parejita principal que presencia todo desde una terraza como quien mira atardecer. Bueno, el beso y algo más porque –como todo el mundo sabe- una cosa trae la otra y hasta terminamos descubriendo que el protagonista tiene problemas de eyaculación precoz (o que la elipsis del filme es verdaderamente salvaje).

Sin embargo, detalles como esta arriesgada afirmación sexológica quedan salvados al principio de la obra cuando se nos aclara que eso que vamos a ver no es la historia de Tanguito sino “la leyenda”. Y esa advertencia se parece menos a un posicionamiento artístico que a paraguas legal y a un permiso para lavar. Resulta comprensible que una historia más rigurosa de aquel personaje –seguramente oscuro, contradictorio y de discutible alcance poético- no habría llegado con tanto éxito a disputar el mercado adolescente de las vacaciones de invierno. Pero no había por qué ir tan lejos: Tanguito no fue Rimbaud, ni siquiera Syd Barrett, pero el de esta película ya parece Diego Torres. Alguien dijo que “Tango Feroz” era como “La Banda del Golden Rocket”. Una extraña pintura de los albores del rock criollo en la Argentina de Onganía. ¿No se nos habrá ido la mano con la leyenda?

Este testigo contempla la manera en que Tango se destruye en el pestañeo que va entre uno y otro plano. Nadie hará aquí una defensa de la descarga eléctrica como terapia, pero tal vez haya que pensar que las cosas son algo más complejas que arrancarse la manga de la camisa de un tirón.

Y cuando todo termina, cuando se nos ha sugerido “poéticamente” la muerte del protagonista, viene el momento del mensaje. Es por si a alguno de los jóvenes espectadores no les queda claro. El hombre, desde una vieja película registrada por un amigo mirará a cámara y emprenderá un aforismo: “No todo se compra, no todo se vende, etc.” Con la consigna clara, gran parte de los jóvenes se dirigirá a su disquería amiga para adquirir el CD de TANGO FEROZ. Ese en el que los conciertos de La Cueva suenan como FM Hit. Aquel que trae la canción esa que dice “Pueden robarte el…” Caramba, ¿cuál será la localidad que rime con “dinero”?

 

* Nota publicada en la revista PRIMER MUNDO, Número 7,  Julio de 1993.

2 comentarios:

  1. concuerdo ...se infló un simple hecho comercial más que cultural...y nos vendieron una vez más algo que no es...un hecho artístico diferente ( éso no es )

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  2. Creo que es de las peores películas exitosas que tuvimos en Argentina. Un cliché atrás del otro, el eterno mensaje vacío que parece que dice algo pero que no supera las formas. Estética pura: ni Tanguito ni la película le cambiaron la vida a nadie. Fuimos Hollywood por diez minutos.

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