lunes, 24 de diciembre de 2012

Todo el año es navidad

pesebre2012

Todos tenemos tradiciones estúpidas. La mía consiste en subir este cuento todos los años. Buen 2013.

jueves, 20 de diciembre de 2012

Carta a los fabricantes de cubiertos de plástico *

CUBIERTOS PLÁSTICOS

Señores fabricantes de cubiertos de plástico: no miren para otro lado, la conocida frase “no cortan ni pinchan” fue hecha para ustedes.

Si esta fuera una tribuna amante del cinismo, debería haberles escrito para felicitarlos por el modo en que han construido un imperio comercializando semejante sinsentido. Millones y millones de cuchillos sin filo acompañados de tenedores que se quiebran al colisionar con cualquier milanesa.

Señores fabricantes de cubiertos de plástico: sepan que vuestro inexplicable éxito se debe menos al talento que a la incapacidad del género humano para ejercer la memoria inmediata. Porque de lo contrario, ¿cómo se explica que alguien a quien se le quiebra un tenedor de plástico decida reemplazarlo por otro igual? ¿Es que nunca aprendemos?

Bien se ha dicho que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Agreguemos de una vez: y el único que insiste en usar cubiertos de plástico.

Y así como el hígado de Prometeo volvía a crecer cada noche para que un águila volviera a deglutírselo, de la misma manera, los cubiertos de plástico maltrechos son una y otra vez reemplazados por otros cubiertos de plástico que volverán a romperse para ser reemplazados por otros.

Señores fabricantes de eso: ¿En qué nuevos proyectos andan trabajando? ¿Acaso en un auto inmóvil? ¿En desodorantes con olor a transpiración? ¿En un martillo neumático de gomaeva?

Cada día, miles de oficinistas ponen en riesgo su vida al deglutir trozos de tenedor que quedan escondidos en porciones de pizzas recalentadas, en tristes tartas de verdura, en sobrantes de cenas. Esas puntas, devenidas en traicioneros aguijones descartables, podrían algún día clavarse en las paredes del esófago. Si es que alguna vez pudieran clavarse en algo, claro.

Y qué decir de esos simulacros de cuchillos que no servirían ni para abrir el envoltorio de esos simulacros de cuchillos que no servirían ni para abrir… Y así al infinito. ¿Cómo es que no han sido prohibidos por alguna entidad de esas que defienden a los consumidores o incluso a los cuchillos?

Señores fabricantes de cubiertos de plástico: es extraño que no hayan sufrido aún el ataque de algún usuario harto de tanta frustración. Dios no lo permita. Eso sí, si llegara a ocurrir, ojalá sólo tengan a mano para defenderse uno de sus inútiles cuchillos de plástico. A ese episodio podría uno llegar uno a denominar "justicia".

Sin otro particular, me despido de ustedes atentamente.

 

* Carta leída en el programa CON QUÉ SE COME del 23 de octubre de 2012.

jueves, 13 de diciembre de 2012

Carta a los fabricantes de Giacomo Capelettini *

giacomo1 

Señores: no entiendo de qué se ríen las madres que aparecen en las publicidades de sus productos. No entiendo las publicidades de sus productos. Señores, no entiendo sus productos.

Señores fabricantes de Giaccomo Capeletini, ustedes no nos engañan: todos nos damos cuenta de que si se promociona un alimento diciendo que es práctico y que tiene vitaminas, no hay posibilidad alguna de que sea rico. Ya nos han vendido autos que contaminan poco y presentado mujeres de gran simpatía: no nos embaucarán más. Mírennos a los ojos y atrévanse, señores, a asegurarnos que esa pequeña piedra de relleno incierto tiene algún vestigio de sabor que no sea el de la salsa que le echamos encima.

Señores fabricantes: aseguran ustedes producir la primera pasta deshidratada de la Argentina. Me pregunto ¿desde cuándo la deshidratación es un valor?

Ustedes se jactan, señores, de alimentar a nuestros niños. Les diré yo qué es lo que alimentan: ustedes alimentan la confusión acerca de lo que es una pasta. Una pasta tiene verduras, queso, ricotta… No Fosfato tricíclico, de ningún modo glutamato monosódico… ¡Jamás grisines molidos!

Señores fabricantes de Giaccomo Capeletini: ¡Despierten! ¿Qué dirán nuestros niños el día en que alguien les sirva una pasta de verdad? ¿Cómo reaccionarán sus gelatinosos cerebelos ante el estímulo inesperado del sabor? ¿Cómo asegurar que ante este escenario abismal nuestros pequeños comensales no se vean arrastrados por un irrefrenable impulso de violencia?

Puedo imaginarlos, echando mano de sus envases de plástico y atacando a la civilización toda muñidos de esos misteriosos guijarros que ustedes insisten en llamar comida. Una especie de Intifada artificial pero sumamente proteica.

Señores fabricantes de Giacomo Capeletini, nos gustaría saber que estas palabras los llevan a la reflexión, a la autocrítica. Eso, realmente, nos daría gusto. Algo que, por el momento, sus productos están imposibilitados de darnos.

Sin más, me despido de ustedes atentamente.

 

* Carta leída en el programa CON QUÉ SE COME del 16 de octubre del 2012.

sábado, 8 de diciembre de 2012

#Noviembre