miércoles, 18 de enero de 2012

Canciones tristes (cantadas como si fueran alegres) 13*

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Antesala de la oficina de Emilio.

Ordóñez: Esta escena transcurre en la antesala de la oficina del señor Bolaños. El reo está sentado al piano. Tal vez tenga algún golpe en el rostro, pero no puedo asegurarlo. Hay tan poca luz en estos lugares... Todo empieza en el momento en el que yo me arreglo la corbata.

¿Cómo estoy?

Sotelo: Impecable. Si no fuera por lo del bracito... Impecable.

Ordóñez: Son las nueve, debe estar por llegar. Es muy puntual.

Entra Emilio.

Ordóñez: Uno... Dos... Tres...

Roberto toca la introducción de una marcha. Sotelo y Ordóñez cantan.

Sotelo y Ordóñez:

Tu figura se agiganta con los años

y por eso te cantamos, Oh Bolaños...

Gran ejemplo de la patria y aledaños,

poseedor de un corazón de gran tamaño.

Eres líder de las masas desde antaño.

Somos parte graciaadió de ese rebaño

Al que guías con amor, Oh gran Bolaños.

Acordándote de cada cumpleaños.

Y si a veces merecemos tu regaño,

o que nos dejes encerrados en el baño,

no ignoramos son tus modos, gran Bolaños,

que aceptamos aunque parezcan extraños.

No deseamos provocarte un desengaño.

Ni verte trastabillar algún peldaño.

Porque eres poderoso, Oh bolaños.

Hombre fuerte como el hierro o el estaño.

Nada importa tu carácter tan huraño.

O saber que alguna vez pusiste un caño.

Pues seguro no habrá hecho ningún daño.

Porque eres casi un santo, Oh Bolaños.

Emilio: Es hermosa... La música es algo simplota, pero la letra...

Ordóñez: Está llorando, ¿quiere un pañuelo?

Emilio: Bueno, bueno... No estoy llorando.

Sotelo: ¿Pero le gustó, señor?

Ordóñez: Es lo que usted nos inspira.

Emilio: Reconozco ahí la mano de Ordóñez...

Ordóñez se mira la mano.

Emilio: Quiero decir... Sus ideas, Ordóñez.

Ordóñez: Le agradezco, señor.

Emilio: No es por desmerecerlo, Sotelo, pero si entre ustedes hay un artista, ese es Ordóñez.

Sotelo: Yo soy el bruto, ¿no?

Emilio: Sotelo, querido. Dame un abrazo. Vos sos el hombre común, el alma de nuestro movimiento. Sin la gente como vos esto no tiene sentido. Imaginate cómo sería un país donde toda la gente fuera como Flores...

Roberto: Yo quisiera ir al baño.

Ordóñez: No le alcanza con el piano. Quiere más. Así son.

Roberto: Pero estoy acá desde ayer a la tarde...

Emilio: Le damos todo, todo. Le damos el instrumento, le damos palabras, le damos nuestra casa, la casa del pueblo... Me lastimás, Roberto. ¿Qué más querés de nosotros? ¿Qué más querés?

Sotelo: Mear quiere...

Ordóñez: Eso es lo que le pasa a la gente que siempre tuvo todo en bandeja. Después no valoran nada.

Emilio: ¿Hiciste lo que te pedimos ayer por lo menos?

Sotelo: Ay, ay, ay...

Roberto: Tengo casi todo.

Emilio: ¿Cómo?

Pausa.

Emilio: ¿Escuché bien?

Pausa.

Emilio: ¿Qué quiere decir casi todo? ¿Qué te falta?

Roberto: Me faltaría "Niños de Perón"...

Emilio: ¡¡¡Niños de Perón!!! Justo "Niños de Perón"...

Roberto: Estaba intentando con un motivo infantil con aires de Mozart...

Ordóñez: Bla, bla, bla...

Emilio: ¡No nos vengas con boludeces de artista!

Roberto: Sí, pero yo...

Emilio: Si vos me hubieras dicho: "Emilio, sólo hice Niños de Perón”, yo lo hubiera entendido... ¿Cómo no empezaste por ahí?

Ordóñez: ¿Usted no sabe que los únicos niños son los privilegiados?

Pausa.

Ordóñez: ¿O era al revés?

Emilio: Vos no sabés cómo me estás lastimando, Roberto...

Ordóñez: Uno nunca termina de conocer a la gente.

Sotelo saca un revólver rápidamente.

Sotelo: ¿Lo matamos, señor?

Emilio: Tranquilo... Déjenme pensar que hacemos.

Silencio prolongado.

Emilio: Guarden sus armas: vamos a darle otra oportunidad.

Pausa.

Emilio: Acá traje más cosas para vos. Me terminás esa y agregás estas otras: "La marcha del sindicato de peones de taxi".

Ordóñez: Muy bien.

Emilio: "La madre peronista".

Ordóñez: Ah, una canción necesaria.

Emilio: Y "Héroes de la resistencia peronista".

Silencio prolongado. Ordóñez baja la cabeza. Sotelo se da vuelta.

Emilio: ¿Qué pasa? ¿No les gusta esa?

Pausa.

Emilio: A ver si les gusta esta: "Sotelo y Ordóñez: centinelas del mañana".

Ordóñez: Señor, Bolaños...

Sotelo: ¿Es para nosotros? ¿Nos hizo una canción a nosotros?

Ordóñez: Quiero verla, ¿puedo?

Emilio: No: que sea una sorpresa.

Pausa. Ordóñez se seca las lágrimas.

Emilio: ¿Qué le pasa, Ordóñez? Vamos...

Ordóñez: Usted es tan generoso, Doctor...

Emilio: Roberto, ¿alguna duda?

Roberto: Sí... ¿Dónde hay un baño? No aguanto más.

Sotelo: Pero qué hijo de puta desagradecido.

Emilio: Sotelo, ¿y la generosidad del Movimiento? ¡Una venda!

Pausa.

Emilio: Aunque sea deme su pañuelo, Ordóñez. Hay que vendarle los ojos al invitado.

Roberto: ¿Qué hay? ¿Van a fusilarme?

Emilio: No, Robertito. Es que tenés que pasar por mi oficina.

Roberto: ¿Y qué hay ahí?

Emilio: ¿Querés saber lo que hay en mi oficina o querés ir al baño?

Roberto: Al baño, por favor...

Emilio le venda los ojos a Roberto.

Emilio: Sotelo, acompáñelo.

Sotelo y Roberto atraviesan la puerta de la oficina. Ordóñez toca torpemente el piano.

Emilio: Che, Ordóñez, ¿te jode si te pregunto algo?

Ordóñez: Lo que quiera, señor.

Emilio: ¿Cómo fue?

Ordóñez: ¿Qué cosa?

Emilio: Lo del...

Ordóñez: Lo del brazo... Un accidente. Con una escopeta, señor.

Pausa.

Emilio: ¿Y qué andaba haciendo?

Ordóñez: Cazaba.

Pausa.

Emilio: Hay que tener cuidado con esas cosas.

Ordóñez: Ya lo creo, señor.

Pausa.

Emilio: ¿Y qué cazaba?

Silencio.

Ordóñez: Qué cazaba...

Emilio: Está transpirando. ¿Quiere un pañuelo?

Ordóñez: Es que lo usó para...

Pausa.

Ordóñez: Cómo tardan.

Emilio levanta la voz.

Emilio: ¡Qué cazaban, carajo!

Ordóñez: Perdices, señor. Perdices...

Silencio. Emilio lo toma a Ordóñez del cuello. Ordóñez, que no se defiende, va flexionando sus piernas hasta quedar de rodillas. Se escucha el ruido del desagüe.

Ordóñez: La cadena... Parece que terminaron... Me está ahogando, señor.

Emilio lo suelta. Ordóñez respira con dificultad. Tose.

Emilio: Nunca se olvide de la generosidad del Movimiento, Ordóñez.

Ordóñez: Nunca, señor.

Vuelven Sotelo y Roberto.

Sotelo: ¡Hizo de todo el guacho!

Emilio: ¿Mejor?

Roberto asiente con la cabeza.

Sotelo: ¿Le saco la venda?

Emilio: No. Deje, Sotelo. Lo hago yo.

Emilio se acerca hasta donde está parado Roberto. Lo mira. Acerca lentamente su mano a la cabeza de Roberto. Se la toca. Le besa la frente. Le saca la venda. Se miran.

Emilio: No me mires así, Roberto.

Pausa.

Emilio: Por favor...

Roberto baja la vista. Emilio le pone el pañuelo en la mano y le aprieta el puño.

Emilio: ¿Mejor?

Roberto: Sí, sí... Gracias.

Emilio: Entonces vamos a dejar al compañero artista que haga lo suyo.

Sotelo: ¿Nosotros nos vamos?

Emilio: Nos vamos.

Sotelo: ¿Nos podemos tomar el día?

Ordóñez: Un día peronista.

Roberto: ¿A qué hora vuelven?

Ordóñez se acerca a Roberto y le toma la muñeca izquierda.

Ordóñez: Deme su reloj... Para usted no hay horas.

Roberto se saca el reloj y se lo da a Ordóñez.

Emilio: Sólo el tiempo de la creación, Roberto.

Ordóñez: Oscuridad.

Emilio se queda mirando a Ordóñez.

Oscuridad.

-Continuará-

* Canciones… obtuvo la Primera Mención en el Concurso de obras inéditas de Teatro 2008 del Fondo Nacional de las Artes. Y busca Director.

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1 comentario:

  1. Somos parte graciadiö de este rebaño q lo lee ...Muy graciosa la marchita (shhhh q no se entere Bolaños )

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