lunes, 2 de enero de 2012

Canciones tristes (cantadas como si fueran alegres) 11*

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Oficina de Emilio. Entra Emilio. Se escucha a lo lejos la canción "Un muchacho como yo".

Emilio: Pasó un tiempo muy breve. Aunque es difícil saber qué es breve en este país. La misma antesala de la otra vez. En uno de los sillones, el Comisario. A lo lejos, la misma música triste. Por esa puerta va a entrar Roberto. Yo me voy.

Emilio se mete en su oficina y cierra la puerta. Se abre la puerta de calle. Entra Roberto.

Roberto: Buenas tardes.

Pausa.

Roberto: Buenas tardes.

Comisario: Ah, qué tal... Siéntese. Parece que hay para rato.

Roberto: Gracias.

Comisario: ¿Afuera es de día todavía?

Roberto: Sí.

Comisario: Mejor así.

Pausa.

Comisario: ¿Le gusta esta música?

Roberto: Y...

Comisario: Es alegre por lo menos... ¿Cómo no le gusta?

Roberto: Es algo básica, ¿no?

Comisario: ¿Por qué? Espliquemé.

Roberto: Bueno... Son gustos.

Comisario: ¿Usted es músico acaso?

Roberto: Era.

Pausa.

Comisario: Usted piensa que esto es una mierda, ¿no?

Roberto: No dije eso.

Comisario: Ustedes los artistas.

Pausa.

Comisario: Reconózcame que hay un mensaje positivo.

Pausa.

Comisario: A lo mejor la música es simplota, pero la letra...

Pausa.

Comisario: Como dice el señor Bolaños, para hacer rimar dos adverbios de modo hay que ser un poeta de la san puta...

Roberto: ¿Por qué? Siempre riman... Todos terminan igual, ¿o no?

Comisario: Ustedes los artistas...

Silencio prolongado.

Entra Emilio.

Emilio: ¡Robertito! ¡Hermano!

El comisario se pone de pie.

Comisario: Señor...

Emilio: Usted vaya para adentro que van a precisar ayuda.

Comisario: Sí, señor.

El Comisario entra en la oficina de Emilio.

Emilio: ¡Robertito! Venga un abrazo... ¡Qué sorpresa!

Roberto: ¿Sorpresa? Vos me mandaste llamar...

Emilio: Claro, mi viejo. Claro. Hoy es un gran día, Roberto. Lo logramos.

Pausa.

Emilio: Cuando aparece la solidaridad del pueblo argentino no hay empresas imposibles.

Roberto: ¿No?

Emilio: No, claro que no. No hay obstáculo capaz de detener el paso incontenible de un pueblo decidido a alcanzar sus ideales.

Pausa.

Roberto: Supongo que no.

Emilio: ¿Suponés? Hoy no te van a quedar dudas de eso, hermano. Porque hoy, ese mar de gente anónima que sostiene la patria decidió darle una mano... al compañero Roberto.

Roberto: ¿A mí?

Emilio: ¡Felicitaciones, Roberto! ¡Luz!

Un seguidor apunta hacia la puerta de la oficina.

Emilio: ¡Música, por favor!

Música emotiva de TV. Roberto mira buscando de dónde viene la música. Emilio habla como un conductor de TV.

Emilio: Sí, amigos. La emoción comienza a apoderarse de todos nosotros, ¿verdad que sí? Y es que estamos a punto de vivir un momento único, Roberto. Un momento que tus retinas van a atesorar por siempre. Pueden aplaudir si quieren.

Se escuchan unos pocos aplausos que vienen de la oficina de Emilio.

Emilio: Roberto, muy pronto va a abrirse esa pequeña puerta y vas a recibir una alegría incomparable. Una alegría como la que sólo nuestro movimiento te puede dar. Les voy a pedir a todos los presentes un muy fuerte aplauso para recibir a... ¡El piano de Roberto!

Se abre la puerta. Ingresa una plataforma con el piano. Junto a él: Sotelo, Ordóñez y el comisario.

Emilio: ¡Aquí está tu piano, Roberto! Ese piano con el que viviste tantas horas de creatividad, de arte, de talento sin par. ¡Más fuerte esos aplausos, señores!

Los tres hombres que entran con el piano aplauden. Ordóñez lo hace golpeando con su única mano el hombro opuesto.

Roberto: Emilio... Un piano...

Silencio.

Emilio: ¿Un piano? Un piano dice...

Pausa.

Emilio: No es un piano: es tu piano. ¡Tu piano, Roberto! ¡El piano de tu abuela!

Ordóñez: A lo mejor no lo reconoce porque le dimos una manito de barniz.

Emilio: Sí, Roberto. Podés arrodillarte ante él... Podés llorar si querés. No reprimas tus sentimientos que también es de hombres llorar. Vivimos tiempos de gran alegría...

Ordóñez, el Comisario y Sotelo lo rodean y cantan.

Sotelo, Ordóñez, Comisario: Porque es un buen compañero / Porque es un buen compañero / Porque es un buen compañero / Y nadie lo puede negar...

Aplauden. Roberto se levanta y lo abraza a Emilio.

Roberto: Gracias... Gracias, Emilio. Yo fui tan injusto con vos...

Sotelo: Con todos nosotros.

Ordóñez: Con el pueblo.

Roberto: Puede ser... Perdónenme... Gracias... Mil gracias...

Emilio lo separa. Roberto se seca las lágrimas. La música se detiene. Emilio abandona el tono televisivo para volver a su forma habitual.

Emilio: Momentito... Basta de agradecimientos: no es tan fácil la cosa.

Sotelo: Lindo el pianito de la abuela, ¿no? ¿Puedo acariciarlo?

Ordóñez: Déjelo que lo toque...

Roberto: Quiero tocarlo yo... ¿Puedo?

Ordóñez: No... Todavía no, Flores.

Emilio: Todo a su tiempo. Hay que negociar.

Pausa.

Roberto: ¿Negociar?

Emilio: Al pueblo le costó mucho conseguir este activo.

Sotelo: El pueblo necesita algo a cambio.

Ordóñez: El Movimiento te pide una contribución.

Pausa.

Roberto: ¿Una contribución? Está bien, supongo... ¿Entramos a la oficina?

Comisario: No, no.

Emilio: No. Ordóñez, Sotelo, Comisario: siéntense en los sillones. Vos sentate en la banqueta del piano, Roberto. Después de todo, también va a ser tuya.

Ordóñez: ¿Y usted, señor?

Emilio: Prefiero estar de pie. Siempre de pie.

Silencio prolongado.

Roberto: Ustedes dirán, entonces...

Emilio: El movimiento anda necesitando un artista como vos.

Sotelo: No tenemos.

Ordóñez: Tenemos pocos.

Sotelo: Pocos y malos.

Comisario: Malos.

Emilio: Necesitamos a alguien capaz de ponerle música a este momento único en la historia.

Sotelo: Una música de fondo.

Ordóñez: Una melodía.

Comisario: Algo lindo.

Sotelo: Alegre.

Ordóñez: Que nos emocione a todos.

Emilio: Estamos dispuestos a olvidar algunas cosas del pasado, a borrar antiguos rencores y a cobijarte en nuestro seno para que nos brindes tu talento.

Ordóñez: Bienvenido.

Sotelo: Sin rencores.

Silencio prolongado.

Roberto: ¿Puedo fumar?

Emilio, Sotelo, Ordóñez y Comisario: No.

Pausa.

Roberto: Bueno... No sé qué decir.

Emilio: No tenés que decir nada. ¿Qué vas a decir?

Ordóñez: Es momento de actuar.

Sotelo: De hacer.

Roberto: Sí, sí... ¿Pero qué? Concretamente... No me queda claro.

Emilio: Tenemos algunos pedidos para hacerte.

Ordóñez: Pedidos concretos.

Comisario: Músicas.

Emilio: Tengo un montón de palabras que necesitan ser cantadas.

Ordóñez: Letras sin música, ¿entiende?

Emilio: Supongo que te acordarás de esta carpeta, ¿no? Acá están todas las canciones: "La marcha de las enfermeras justicialistas", "El himno del compañero soldador de caños"...

Ordóñez: "La canción de la Federación Nacional de Pelota Paleta" que acabamos de intervenir...

Sotelo: La "Marcha de los astilleros de Perón"...

Comisario: "Los niños de Perón"...

Emilio: También está la marcha "17 de octubre"...

Ordóñez: Y la "4 de junio"...

Sotelo: La "26 de Julio"...

Emilio: Además hay un grupito de 12 canciones dedicadas a cada mes del calendario del trabajador argentino...

Silencio.

Roberto: Son... Son muchas, ¿no?

Ordóñez: El compañero Bolaños es muy prolífico.

Emilio: Sí: seguro que la semana que viene agregamos 10 ó 15 más... Pero por ahora es esto nomás.

Sotelo: Igual, estamos hablando de música simple.

Comisario: Básica...

Emilio se acerca hasta poner su cara casi pegada a la de Roberto.

Emilio: Popular, Roberto.

Pausa. Sotelo se acerca al piano.

Sotelo: ¿Cómo se toca esto?

Sotelo toca las teclas torpemente. Sonido de acordes disonantes.

Sotelo: No anda bien, esta mierda.

Roberto: Déjenme a mí.

Emilio: Te estás agitando, Roberto. Ya habrá tiempo.

Ordóñez se acerca al piano y empieza a tocar lentamente y con un dedo de su mano. Se escucha la música de "un muchacho como yo" ejecutada de un modo básico.

Ordóñez: Miren... Con un solo dedo, pero me sale bastante bien.

Emilio: Usted era músico y no nos dijo nada, Ordóñez...

Sotelo: Y con una mano, ¿eh?

Emilio: Ordóñez podría haber sido un artista. Pero ya ves: tuvo que ir a trabajar. ¡Basta!

Emilio cierra la tapa del piano con violencia atrapando la mano de Ordóñez.

Ordóñez: ¡Me va a fracturar los dedos, señor!

Emilio: A ver si nos dejamos de joder.

Roberto: Y todo esto... Para cuándo les parece...

Emilio: ¿Mañana?

Ordóñez: ¿A la mañana?

Sotelo: ¿Temprano?

Roberto: Pero...

Pausa. Sotelo saca un soplete y lo enciende.

Sotelo: Miren... Traje el soplete del pueblo. ¿Qué pasa si lo acerco al piano?

Roberto: ¡¡¡No!!! ¿Qué va a hacer? ¿Está loco?

Emilio: ¡Sotelo! Ya le dije que no estoy de acuerdo con esos métodos.

Ordóñez: A veces son necesarios, Doctor.

Emilio: No puedo tolerarlos, ya lo sabe.

Pausa.

Emilio: Así que me voy.

Emilio sale.

Ordóñez: Empezá, gorila. Hay mucho trabajo por hacer.

Pausa.

Ordóñez: Oscuridad.

Oscuridad.

 

-Continuará-

* Canciones… obtuvo la Primera Mención en el Concurso de obras inéditas de Teatro 2008 del Fondo Nacional de las Artes. Y busca Director.

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