jueves, 23 de diciembre de 2010

Todo el año es Navidad (BIS)


Todos tenemos nuestras estúpidas tradiciones navideñas. Ésta es la mía.

19 de enero

Finalmente, parece que llega. El asunto es en EL CUBO, los miércoles de verano, a las 21.
Ampliaremos.

jueves, 11 de noviembre de 2010

Fabre



Habría reconocido esa voz entre miles. Lo había escuchado tantas mañanas acompañando a Guinzburg y Abrevaya en aquella escuela de radio y de humor que fue En ayunas. Primero por Excelsior y después por Belgrano. Esa radio Belgrano. Era una voz grave, áspera, que llegaba siempre con el remate preciso, culto y gracioso a la vez. Aquiles Fabregat, o Fabre, como se lo conocía, era parte de ese elenco que alegraba los días de la primavera democrática alfonsinista. Yo iba al colegio a la tarde, pero me hacía despertar temprano para escuchar a esos tipos en la radio. 

Yo ya escribía demasiado por entonces y tenía ganas de que alguien me publicara algo de una vez por todas. Pero, claro, no sabía cómo hacer. Y entonces un día tuve un gesto de ingenuidad de esos que sólo se tienen antes de los 20: elegí algunos de mis textos humorísticos tipeados en la máquina destartalada de mi abuelo y los metí en un sobre con una carta a los tipos de Humor. Les pedía orientación, una mano. Ni siquiera me animaba a pedirles que me publicaran. Y la dejé en la recepción de Venezuela 842 (para mí, en esa época, eso ya era como pispear desde la puerta del Olimpo o algo así). Traté de olvidarme de aquello. Ya era un muchacho escéptico por entonces. Cursaba el primer año de Comunicación en la sede de Callao y no tenía demasiados motivos para portar aquella curiosa alegría que exhibe buena parte de las personas a esa edad (y si no, cuándo).

Una tarde sonó el teléfono de mi casa de Chacarita. Estaba solo y tuve que atender. Habría reconocido esa voz entre miles. Del otro lado del teléfono, Fabre. Che, nos gustó lo que mandaste. ¿Por qué no te pegás una vuelta por acá?  Y después fue correr por la casa vacía, festejando como el gol de Burru a Alemania.

Publiqué mis primeras cosas en la Sex humor y en la sex humor ilustrado. Creo que tenía la fantasía de que ahí empezaba un recorrido que nada podría interrumpir. Y en realidad, tardé unos diez años en poder hacer de eso una profesión. Pero ahora que me entero por la bella nota de su sobrino Eduardo que Fabre nos dejó, tenía ganas de contarle que su tío me regaló, en tiempos en los que lo necesitaba tanto, uno de los momentos más felices de mi vida. 


Y que estoy harto de escribir necrológicas. Que alguien les diga a los tipos valiosos que dejen de morir. Tampoco son tantos. 

jueves, 28 de octubre de 2010

Yo no lo voté


Yo no lo voté. Me alegró su victoria, claro. Pero no lo voté. Aquellos días parecen tan lejanos, tan extraños. Y algo habrá tenido que ver él con esa sensación de lejanía.

Kirchner fue casi un dato fortuito en aquel paisaje desolado. Por si alguien no lo recuerda, allí estaba el roedor de Anillaco y el ajustador Guiness López Murphy. El enigma Carrió (a quien su compañero de fórmula ya deschavaba) y el defaulteador de los llanos. Yo, como fue tradición hasta entonces, votaba OTROS.

Recuerden ese panorama inhóspito de un país que venía de los 90, del 2001, de Kosteki y Santillán. Y en el quinto casillero, el candidato que pusiera Duhalde. Pudo haber sido Reutemann o De la Sota. Recordarlo da vértigo, ¿no? La ruleta de Banfield terminó favoreciendo a un interesante gobernador patagónico. Por una hendija entró Néstor en ese cuadro. Hay que acordarse. Aunque asuste por lo que podría haber sido.

Después lo fuimos escudriñando de a poco. Con el escepticismo que supimos conseguir.
Algunos viejos amigos nos mirábamos con asombro. ¿Y esto? Y casi sin darnos cuenta, un día estábamos en la ESMA. Escuchando hablar a un presidente en vivo después de tanto tiempo. Pero no quiero decir “tanto”. Quiero ponerle fecha: desde la Pascua de 1987. Esa tarde, mientras volvíamos a casa con mi hermana casi sin hablarnos, golpeados por la decepción, sabía que Alfonsín me había expulsado de la política. De la fe en la política, al menos. Y tuvieron que pasar casi 20 años para poder aplaudir un acto de gobierno.

Salimos mil veces a la calle en ese tramo, pero siempre para putear, para quejarnos. Desde un lugar de fisura cívica que en los 90 se volvió religión.

¿Qué hicimos para merecer a Néstor? No lo sé. Él expresó la lucha silenciosa de muchos, claro. Pero uno no tiene la impresión de que hayan sido ellos los que lo pusieron en la Casa Rosada. La sensación es la de una moneda al aire que cayó del lado correcto. O de canto, qué sé yo.

Y aquí estamos ahora. Con los ojos rojos. Contaba ayer en algún lado que yo tenía 6 años cuando murió Perón. Que no entendía bien lo que estaba pasando. Que la indiferencia de mi vieja no hacía juego con la tristeza de la piba que trabajaba en casa llorando en la cocina. Y que yo me recuerdo yendo de un lado al otro sin saber si debía estar triste o no. Y que ayer, tuvimos que explicarle a Lucas y a Fede, de 6 años, por qué mamá y papá estaban llorando.

Me fui con esa pena al laburo. Porque no hay censos ni feriados en la tele. Ni se cierra por tristeza. Y menos si hacés un programa que sale esa noche. Y que hasta muy entrada la tarde no sabés ni siquiera si va a salir y con qué. Me pasé la tarde leyendo a conocidos y desconocidos desplegar su pena en las redes sociales. Y viendo material  de Néstor. Notas del 2002 a la semana pasada que lo devolvían humano, jodón, pícaro.

Volví a casa pensando estrategias para convencer a Adriana de ir a la Plaza con los chicos. Y no hizo falta ninguna. Vamos, dijo. Sin dudar. Y allí estuvimos los cuatro. Encontrando amigos en una noche de abrazos. Simplemente estando. Pasando. ¿Qué más? Y volviendo a casa temprano porque mañana hay escuela. Mañana. Qué fuerte suena esa palabra ahora.

Se dijo mucho, se dirá. Ya sabemos que vendrán caras extrañas, quién no lo sabe. Los más hipócritas ensayarán las palabras de ocasión. Los más fríos no podrán sostener el cálculo, la ilusión de que el viento vuelve a soplar para su lado. Desestabilizadores precoces.
Por eso conmueven más los balbuceos anónimos que los discursitos armados.

De todas las cosas que escuché y leí, ya elegí cuál es la frase que más le hace justicia al muerto. La que más le hubiera gustado escuchar, no tengo dudas. La dijo Guillermo Mondino, jefe de asesores de Cavallo durante el 2001. Señaló: “Kirchner era visto como un obstáculo a la inversión y una mayor participación del mercado”. Nadie podrá decir nada más elogioso sobre la figura de Néstor Kirchner.

Estos son momentos en los que a uno le encantaría creer en la existencia del cielo. Si esa absurda ilusión llegara a ser cierta, allí estará él disfrutando de esta sentencia. Sabiendo que si los turros te odian tanto, al punto de celebrar tu muerte, algo hiciste bien. 

miércoles, 27 de octubre de 2010

27 de octubre del 2010


Nadie, ni la muerte, nos va a quitar este momento.

lunes, 11 de octubre de 2010

Breve tratado de estupidología *



No cualquiera escribe una estupidez. Una estupidez profunda, pesada, que deje huella en el largo sendero de lo estúpido. Hay mucha estupidez esbozada, a medio terminar. Insinuada por gente que no es lo suficientemente estúpida, o que siendo muy estúpida carece de la suficiente voluntad para hacer de esa semilla estúpida un árbol que ramifique y nos de sus estúpidos frutos. Hablamos de otra cosa. De una ESTUPIDEZ pensada, redactada, construida de intercambios entre dos personas que mojan sus patas en las arbitrarias fuentes del prestigio. Una estupidez que se anuncie con tono inaugural a pesar de aglutinar en su estúpido recorrido el cúmulo de años y años de estupideces dichas y pensadas por una banda interminable de estúpidos.

La competencia por la estupidez de premio es cada vez más dura. Hay mucha seudo estupidez haciéndose pasar por aquello que no es. Así que hay que celebrar cuando alguien viene hacia nosotros desde el cercano planeta Estúpido con una dosis generosa de estupiditis para derramar sobre la madre Tierra. Cuando algo así pasa, el universo estúpido aplaude (de una manera estúpida) y los grandes medios de difusión de estupideces se alinean para reproducir en sus páginas más estúpidamente importantes semejante estupidez. ¿Cómo lograrlo? Esa es la pregunta que muchos aspirantes a estúpidos se hacen. Estuve estudiando el tema como sólo un verdadero estúpido puede hacerlo. Y quiero dar unas pistas que podrían ayudar.
En primer lugar, la estupidez más estúpida es grandilocuente por naturaleza. En este sentido, recomiendo apelar a alguna figura retórica para su título. La favorita es “Metáfora”. No importa que usted sea de los que se confunden una metáfora con una alegoría, ésta con una metonimia y las dos con una porción de tiramisú. Después de todo, usted es un estúpido. Y, lo que es más importante, la gente que va a disfrutar acríticamente de la estupidez que usted está a punto de escribir es, como no podía ser de otro modo, bastante estúpida también. Inténtelo: “el chicle globo como metáfora de la crisis financiera”, “el sexo tántrico como metáfora de la globalización”, “la música new age como metáfora del baloncesto femenino”. Prometedor.

En segundo lugar, el estúpido tiene un lema tatuado en la frente: “¡generalizad!”. Usted es, como dijimos antes, un estúpido grandilocuente. Así que nada de escribir sobre un hecho acotado, cercano a su experiencia o –válgame dios- adyacente a la disciplina en la que usted asegura haberse matriculado. Los mejores libros estúpidos no omiten en sus títulos o bajadas el gentilicio “argentinos”. Siempre acompañados de un “cómo somos”, “por qué somos”, “así somos”, etc. No se prive de eso. Millones de humoristas con ansia de sociólogo, de sociólogos con afán de humoristas y de periodistas con pretensiones de cualquiera de esas dos cosas no pueden equivocarse. Pero si usted es un estúpido de nota, no precisará un libro para semejante audacia. Hágalo en un textito de 50 líneas. Después de todo, la generalización es un arte que gana en significación cuanto más breve es el enunciado. La cumbre de la generalización ha de ser seguramente “los bosteros son / todos putos”, que se canta en los estadios domingo a domingo.


Si no está preparado para tanto, volvamos a nuestro objetivo de las 50 líneas. Que además es lo que le pidió el estúpido del editor. Y por favor, si ya se animó a generalizar sobre un país completo y todos sus habitantes, no se detenga ahora: el peronismo (de Cook a Dromi), el fútbol (de Sacachispas al Metralist de Ucrania), Maradona (de Argentinos Metropolitano 77 a La Noche del 10)… Que nada le ofrezca resistencia a sus superestúpidos poderes generalizadores. Despáchese estos temitas en un párrafo. A lo sumo en dos.
Tercero y principal: consiga a varios estúpidos encumbrados en medios de comunicación (suena difícil, pero si busca con esfuerzo los encontrará). No alcanza con que sean tontitos, dormidos, bobinas, algo incultos, no: necesita encontrar unos bien estúpidos, capaces de fascinarse con la estupidez que usted está por evacuar. Y logre que se la publiquen en sus páginas más importantes, a repetición, y que lo inviten a los programas más estúpidos a contestar preguntas estúpidas sobre su estupidez.

El lector que llegó hasta acá, bastante estúpido, por cierto, estará pensando que estas premisas son algo abusivas. Que hace falta una gran maestría en el arte de la estupidez para conjugar tantas virtudes, que no podrá hacerlo, que es imposible. Puede parecer así. Pero no lo es. La estúpida noticia es que alguien lo logró. No solo, obvio. Necesitó un par. Hacía falta unir dos estúpidas voluntades para concretarlo, pero aquí está. El opúsculo se llama, tomen lápiz y papel, “Maradona como metáfora argentina”. Y es necesario internarse en él, animarse a bracear contra las turbulentas corrientes de estupidez que desplaza violentamente contra el lector para llegar hasta la otra orilla sintiendo que uno es mucho más estúpido de lo que era antes de empezar a leer.
Sólo el primer párrafo es un banquete para los degustadores de estupidez. A saber, Se dice con frecuencia que la solución a los problemas de la África subsahariana es la educación, ya que los recursos naturales abundan y si sólo se pudiera proporcionar un buen nivel educativo a la gente, el continente despegaría. No necesariamente. Miren el caso de la Argentina.”
Usted que pensaba que decir “acá el problema es de educación” era una estupidez arcaica, sepa que en Europa se usa. Y con frecuencia. Y que se utiliza para diagnosticar una vasta porción de territorio tercermundista: “la África subsahariana”. Es la mar de correcto decir que el problema de algo es la educación. Como si la educación fuera un sencillo gesto de voluntad, una píldora que uno decide tomarse, una vacuna que se da. Como si no tuviera que ver con decisiones políticas, estructuras económicas, relaciones de fuerza. Como si la historia de saqueo y dominación pudiera diluirse al pasar en una frase estúpida. Y esta frase estúpida, que con suerte podría ser la conclusión de un estudio provocador y repleto de datos que hasta ahora desconocemos, es apenas una premisa, un estúpido trampolín que nos permite dar el salto hacia una estupidez mayor:
hay un absurdo lugar del mundo en el que este principio inalterable comprobado por el devenir de la historia, ese que dicta que “el problema de África es la educación, psss”, no se cumple. ¿No es raro? Porque parece una teoría infalible probada a cada momento. Bueno, no: en la Argentina no se cumple. Es decir, estos tipos tienen recursos naturales como aquellos negritos, pero además te leen de corrido. Y sin embargo… ¿No van y votan peronistas? Pero perdón: me estoy adelantando. Es una emoción estúpida que hace impacto en el centro estúpido de mi cerebro y me dificulta ser moderado.


Resumiendo, la Argentina tiene recursos para tirar al techo y la mayoría de sus habitantes podrían superar con éxito un multiple choice sobre los temas más diversos, y sin embargo, todavía hay pobreza. Y el estúpido lector se pregunta ¿por qué? Ilumínenme, por favor. Y parece que, a diferencia de África, acá sí hay un problemita político: sus gobiernos: “Semejante aberración florece en un contexto político en el que a lo largo de más de medio siglo,  juntas militares han alternado el poder con gobiernos populistas, corruptos o incompetentes.” Hay que leer este párrafo con detenimiento. Se trata de una estupidez importante. Entre otras cosas, porque establece que los gobiernos militares no fueron ni corruptos ni incompetentes. Estupidez de podio.
Pero sigamos, hay mucha más estupidez para compartir. Y en este andar por el lugar común más común de lo comunmente conocido como estúpido, no podía faltar lo que está por venir. ¿Están listos? El actual gobierno peronista de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner (como el anterior, de su marido Néstor Kirchner) es más afín al de Hugo Chávez en Venezuela o al de Daniel Ortega en Nicaragua que a los gobiernos pragmáticos y serios de Brasil, Chile o el vecino Uruguay, donde, por cierto, hoy se consume más carne per cápita que en la Argentina.”


Vamos a dejar pasar la incomprensible alusión a Nicaragua, que no se sabe a cuento de qué viene, y vayamos rápido a los gobiernos “serios y pragmáticos”. Que no importa si son de izquierda o derecha, de países grandes o pequeños, industrializados o pastoriles. Son-se-rios. ¿Hay acaso una categoría de análisis político más estúpida? No busquen: no la hay.
Y ahora atención porque vamos llegando al centro de gravedad estúpida del universo de estupidez erigido por estos maestros. “¿Cuál es el problema? El problema es Diego Maradona. (…) La idolatría a los líderes redentores, el culto a la viveza y (su hermano gemelo) el desprecio por la ética del trabajo, el narcisismo, la fe en las soluciones mágicas, el impulso a exculparse achacando los males a otros, el fantochismo son características que no definen a todos los argentinos, pero que Maradona representa en caricatura payasesca y que la mayoría de la población, aquella misma incapaz de perder la fe en el peronismo, aplaude no con risas sino con perversa seriedad.”

Chapeau. Ustedes creían que estábamos ante una estupidez pedestre, mortal, común y corriente. Pero ya ven. Hacía tiempo que los medios gráficos no reproducían una frase tan arbitrariamente estúpida como ésta. Que además describe, sin fisuras ni necesidades estadísticas a “la mayoría de la población”, esa que resulta “incapaz de perder la fe en el peronismo”. El peronismo despierta fe, no adhesiones ni convicción. Fe. Un sentimiento irracional que las masas no pueden abandonar, que les crece como una enfermedad en el interior de sus cuerpecitos oscuros y malolientes. Raro, porque se trata de especímenes bastante educados. ¿Lo recuerdan?

Y la estupidez no termina. “El punto de partida es la negación de la realidad.” Por si se perdieron en la maraña de estupidez, les hago un resumen: existe una “realidad” (estupidez ontológica) que los instruidos racionales ven, pero no los sudorosos morochos que vivan al Diego y padecen la enfermedad mortal del peronismo. ¿Me siguen, estúpidos?


El texto continúa, recordando con estupor que hubo una “legión de devotos” que fueron a recibir a Maradona al Aeropuerto “después de la goleada de 4 a 0 que Alemania le propinó”. ¿Por qué este acto de irracionalidad de los nativos?, se preguntan estúpidamente. Simple: “Presos de la nostalgia, no olvidan nunca que EL hizo el famoso gol con la mano de Dios…” Es decir, lo único que hizo Maradona en su pobretona historia deportiva fue un gol con la mano. Eso es lo que nos lleva tras de él cual séquito de imbéciles. Todo lo otro no fue nada. Y acá viene una perla cultivada con una exquisita dosis de racismo (que como se sabe es la etapa superior de la estupidez). Es por este “gol con la mano” llamado “la mano de dios” que “su mano y la de dios son la misma mano. EL  es uno con DIOS. La manada, entonces, mientras grita para adentro, "¡Si estamos unidos a Dios Maradona compartiremos toda su gloria!", grita para afuera: "Maradooooooona, Maradooooooona".” Por si se desorientaron por la estupidez del razonamiento, estos fulanos acaban de llamarnos “manada”. Qué decepción. Uno esperaba que un psicoanalista que escribe en el diario más importante del establishment de habla hispana desarrollaría formas un poquito más sofisticadas de gorilismo. Debe haberlas. “Manada” es hija dilecta de “aluvión zoológico”. Debo decir con entusiasmo de estupidólogo que había perdido toda esperanza de volver a leer una estupidez de este calibre en un estúpido contemporáneo. Que obviamente, después andará por los canales de cable hablando de la “matriz autoritaria” del peronismo que te agrede, ¿viste? ¿Hay todavía más? Claro, amigos, nadamos en un manantial de estupidez. En uno de los más ricos yacimientos de estupidez que se hayan descubierto en los últimos tiempos. Que me siga la manada que se viene lo mejor. Pero antes, a disfrutar de este parrafito: “Diego Maradona fue un monumental jugador de fútbol. Pero la fama justificada no da títulos ni derechos ni conocimientos para opinar con absoluta certeza acerca de casi todo y al mismo tiempo desautorizar a todo aquel que no esté de acuerdo con sus ideas.”
Estoy de acuerdo, lo que da derechos para opinar con absoluta certeza acerca de casi todo y al mismo tiempo desautorizar a todo aquel que no esté de acuerdo con tus ideas es el título de psicólogo. Ese sí. O al menos así funcionan las cosas en el insondable territorio de la estupidez.


Voy a saltearme el párrafo sobre las adicciones de Maradona por piedad. Por piedad a quienes lo escribieron. Hasta el más estúpido merece una pizca de compasión. Sólo digamos que para los profesionales que derraman esta reguera de estupideces, las adicciones de Diego vienen de su narcisismo, que sería “la base de sus penosas afecciones del alma, metáfora de la patología crónica de un país”.


Estamos ante una verdadera maratón de estupidez, y estos participantes se han propuesto no dejar estupidez sin decir. Por eso a veces, el profuso caudal de estupideces deteriora un poco el estilo literario. Sabremos perdonarlo. Valoramos el gesto. El estúpído gesto. Es lindo leer a un profesional de la psiquis hablando de “alma”, emplear mal el término “metáfora” y utilizar figuras ligadas al campo de la salud para referirse a un país. Reconozcamos en esta frase de feúcha sintaxis la capacidad asfixiante de decir casi más estupideces que palabras. De revelarnos de un modo generoso y promiscuo el aceitado andamiaje de estupidez que sustenta estas ideas. No hace falta, por otra parte, abundar sobre la gramática fascistoide que genera el discursito de la patología para describir las cuestiones de la política y de la sociología. Ya sabemos que este estúpido recorrido no es inocente y que termina de modo inevitable en la identificación del tumor que debe ser extirpado del cuerpo social. Estupidez integrista. Estos tipos no se privan de ninguna.


Pero ajústense los cinturones. Nos acercamos a la estupidez mayor.
“El fracaso de Maradona en el Mundial fue el espejo del fracaso de la Argentina como país.” De pie, señores estúpidos. Aplaudan la estupidez de oro, la campeona mundial de las estupideces. Tan grande que, como vamos a ver, no tienta sólo a burgueses medio pelo titulados, sino también a gente que uno tendría la ilusión de situar en las antípodas. Porque, ¿qué es esto sino la contratara de aquella estupidez progre del “se juega como se vive”? La sentencia escrita con una ligereza que da vértigo por el psicólogo y su secuaz anglófono y este slogan berretón repetido y repetido y repetido por el exasperante locutor de 678, se dan la mano en su estúpida lógica. Y bastaría la exposición de ambos para rebatirlos sin más. Porque cuando una figura sirve para demostrar una cosa y también su opuesta, amigos, no sirve para nada. Pero analicémosla un poco más. Tamaña estupidez lo merece. La Argentina ganó el Mundial de 1978. Habría que preguntarle al estúpido antiperonista que nos convoca, ¿era eso el espejo del triunfo de un país? Y ya que estamos, interrogar a los amigos de 678, ¿tan bien se vivía en la Argentina de aquellos días?


De toda la lista de estupideces con las que uno debe lidiar día tras día en esta estúpida vida, las que devienen de extrapolar fútbol y sociedad son tal vez mis favoritas. Les he dedicado posteos, ponencias y hasta tesis universitarias. Qué va hacer. Cada uno tiene su tara. Ojalá la mía fuera sólo ésta.
De movida, cualquier intento de teoría social que contenga la palabra “espejo” no puede ser otra cosa que una estupidez. Estupidez de anticuario, por otra parte. Estupidez que fue abandonada por los más importantes estúpidos de hoy en pos de estupideces más sutiles y a la moda.

Por lo demás, hay que hacerse cargo de las consecuencias que disparan estas estúpidas comparaciones. Me imagino que los autores de la estupidez en cuestión pensarán que la Copa obtenida por España es el “espejo” (con perdón de la palabra) del éxito de España como país. ¿Alguien podría discutirlo? Mejor dicho, sacando del medio a los millones de desocupados que habitan ese hermoso país socialdemócrata, ¿alguien podría discutirlo? La cosa se complica si vemos que es el mismo país el que atravesando situaciones algo más prósperas trastabilló en los Mundiales del 2006, el 2002, el 98, y así. O que aquel serio y pragmático país conocido como Brasil se fue del Mundial en la misma instancia que Argentina. ¿Fue aquel partido con Holanda “espejo” de que Brasil es una nación que se derrumba al presentarse la primera dificultad? ¿Y qué pasa con EEUU? ¿Cómo es que un país tan pujante, tan al gusto de los que escribieron el texto que nos trae hasta aquí, quedó afuera de tantos y tantos mundiales? ¿Y podrían explicarme cómo puede ser que entre el país pragmático y serio conocido como Uruguay y una republiqueta africana haya habido sólo un tiro en el travesaño de diferencia? OK. Maten a ese espejo.


La estupidez no tiene fin, aunque uno ya empieza a dar muestras de agotamiento. Estos tipos son incansables. Es como si se hubieran bajado un par de frascos del viagra de la estupidez. Y anduvieran por ahí, con su estupidez erecta, sin poder hacer otra cosa de sus vidas que someternos con sus estúpidos sofismas, que violar nuestros tristes intelectos. Y entonces abundan en cómo Maradona recurrió al amiguismo tan típico en el reino de las manadas, que faltó rigor y planificación. “Talento sobraba, salvo que por amiguismo, ceguera, populismo patriotero o sencilla idiotez Maradona decidió no convocar a la mitad de los mejores; no sólo no explotó los recursos que tenía, no los quiso ni ver.”

Es así, viejo, Otamendi de 4 fue una muestra flagrante de populismo patriotero. ¿Cómo se le escapó al filósofo de verano Fernando Iglesias? Alguien que avizora colectivización forzosa estalinista en la 125 no puede dejar de ver eso. Cuánta sopa de estupidez te falta, Fer.
Y si parece que esta estupidez es arbitrio puro, acá viene la dura constatación:
“El nuevo seleccionador, Sergio Batista, puso en el campo contra España a cuatro jugadores básicos que Maradona ni siquiera había convocado para Sudáfrica y lo que se vio fue un equipo sólido que hubiera sabido competir contra Alemania, como contra cualquiera en el Mundial.”

Nos enteramos gracias a estos hombres capaces de ver “la realidad” que Banega nos hubiera cambiado la ecuación mundialista. Es decir, hablando de política pueden ser dos estúpidos, pero de fútbol la saben lunga, ¿no? Y si es serio (seriamente estúpido) tomar los resultados de un Mundial para diagnosticar décadas de la historia de un país, cuanto más será apoyar estas conclusiones en un partidito amistoso con Argentina de local y los muchachos de España viniendo de agitadas noches porteñas, según relatan las malas lenguas. Resulta que el estúpido es audaz. No se apichona ante nada. Desconoce el significado de la palabra “rigor” y jamás permitirá que una duda razonable, un dato, se interponga entre él y un razonamiento estúpido. ¿Habrán visto la performance de Argentina contra Japón estos dos estúpidos? Esperemos que no. Nada más triste que un estúpido contrariado.

El estúpido círculo se va cerrando y llega el tiempo de las conclusiones, que si no fueran de una estupidez gravitatoria nos hundirían en la decepción, ¿o no? Tranquilos: estos tipos no te defraudan: “Cuando llevados por la fantasía se eligen directores técnicos o presidentes o sistemas de características populistas, autoritarios y antidemocráticos, con pocos pies sobre la tierra, el resultado inevitable es el fracaso.” Sí, estúpidos lectores, no miren para otro lado: está hablando de nosotros y de nuestros gobernantes. ¿Quieren algo más específico? “Puede ocurrir nuevamente algo similar con la Argentina misma si los directores técnicos, léase la pareja que lleva siete años en el poder, siguen el camino compulsivamente repetitivo de la tergiversación permanente de la realidad. El endiosamiento de seres Ídolos-Dioses a los que no se debe criticar, como a Perón, Evita, Maradona, Cristina Fernández o Néstor Kirchner, intocables seres sin errores, lleva al fracaso reiterativo y doloroso que arrastra a millones de argentinos al sufrimiento.”


Los tipos saben que les quedan pocas líneas y entonces las estupideces se agolpan presurosas por salir a la luz, se chocan, se apretujan. Maldición. Si sólo este diario español tuviera un formato más vasto. Maldito tabloide. Los tipos se relamen pensando que en un diario inmenso como LA NACIÓN podrían escribir el doble de estupideces. Y no faltara ocasión.
A aquellos estudiosos de la economía, las ciencias sociales, la historia, a todos esos salamines que queman sus pestañas tratando de entender los problemas de la patria, les llegó el fin. La cosa es simplota: todo pasa por nuestras dificultades para criticar a Perón y Evita. ¿Cómo no se dieron cuenta? Vergüenza debería darles. Muchos, seguro, cobran susidios del CONICET, estudian en universidades que pagamos con nuestros impuestos (¿voy bien?) y tienen que venir dos estúpídos que ni siquiera viven aquí a batirles la posta. Inútiles. ¿No se dan cuenta de que es por eso que, como bien señalan los Master en estupidez,  “El granero del mundo se va convirtiendo en un país lleno además de granos y pústulas creadas por el sistema: fracaso, pobreza, desnutrición, inseguridad, criminalidad, destrucción de las instituciones, ataque permanente a la prensa opositora, ataque a la ley, destrucción de la educación (eso también), y llegamos entonces a que la fantasía de ser un pueblo "protegido" por los Dioses termina en una triste y ridícula realidad.”


Lo sé, lo sé: veían con desilusión que la catarata de estupideces se terminaba sin hacer mención a esa estupidez historiográfica mayúscula conocida como “el granero del mundo”. Pero he aquí dos profesionales. Nada de lo estúpido les es ajeno. El deseo de volver al país depósito de granos no puede faltar en ningún estúpido del mundo que quiera habitar el subsuelo de la estupidez argentina. Aquellos sí que eran días serios, lejanos de esta “ridícula realidad”. Y por favor, no me vengan con que había pobreza y persecución política. Ese peronista de Bialet Massé y su informe encargado por el populista de Roca no nos engaña.


Se viene el final. La parte en que los supraestúpidos pasan el aviso: el regreso de Maradona a la selección sería tan catastrófico como la reelección de alguno de los Kirchner. “Ellos también piden, pese al fracaso mundialista de su gestión, como el de los regímenes peronistas que los precedieron, que se prolongue su dinastía en las elecciones generales del año que viene. Es probable que lo consigan. Sería la victoria del pensamiento mágico maradoniano, sobre el que el sol de la bandera argentina nunca se pone.”


Final a toda orquesta. Una orquesta integrada por estúpidos, claro. Mi estupidez favorita es la del “fracaso mundialista” de la gestión de los Kirchner. Una estupidez algo hermética, que sólo puede ser entendida por aquellos que llevamos varios niveles de estupidez cursados. Aunque no descuidemos lo de “regímenes peronistas”. Una delicia.


Espero que a partir de ahora, antes de decir cualquier estupidez abreven en este topos uranus de la estupidez y vayan por más. Si lo logran conseguirán que su estupidez editorial sea publicada en más de un diario, que nuestras tías gordas los recomienden, que Van der Koy les haga preguntas, que Lanata los cite. Lograrán, finalmente, inscribir sus estúpidos nombres en las selectas páginas del Guiness de la estupidez. Y entonces sí, podrán salir a la calle con su frente en alto. Y en ella, orgullosamente dispuesto, un refrescante y delicioso helado.



* Una respuesta al artículo “Maradona como metáfora de la Argentina” de John Carlin y Carlos Pierini

jueves, 16 de septiembre de 2010

El arte de la autopsia política


Escuchaba esta mañana a un dirigente radical declarando. No tenía más remedio. Estaba bajo la ducha. El riesgo de caerme en la maniobra de estirarme, empapado, para cambiar el dial, me hizo resistir. A esa hora, la radio es una ruleta rusa. Tal vez, por huir de un imbécil, uno puede cruzarse con un hijo de puta. Así que lo escuché. Por suerte fue breve. Inconsistente, sí, como siempre, pero breve. Y eso se agradece. Decía el hombre, radical devenido en radical K, devenido en radical nuevamente, que a la hora de pensar en futuras coaliciones debían fijarse en consensuar (ellos aman esta palabra tan sobreestimada) un programa. Debían hacerlo, decía, aburría, corría el agua, porque debían aprender de los errores del pasado para no repetirlos. Enseguida, con mis manos enjabonadas, evoqué ese pasado. Y es cierto. Para empezar, a quién se le ocurre unirse a Bartolomé Mitre para fundar la Unión Cívica. A quién se le ocurre confiar en Mitre. Pero no, el hombre opositor/oficialista/opositor no quería ir tan lejos. Se refería a los errores de la Alianza. A ese país tan cercano que hoy queda tan lejos. Debían consensuar un programa para que no les pasara lo de la Alianza. Curioso, ¿no? Aunque no tanto. Después de todo, no es la primera persona a la que uno le escucha decir esto. Intento, mientras pienso, abrir el champú. ¿Por qué es tan difícil? Suele criticarse a la Alianza el haber sido una unión hecha sólo para vencer al menemismo. Su pecado habría sido la heterogeneidad. Su condena, la falta de programa. Sin ser un experto en la materia, sin haber pasado mis días escrutando vísceras cadavéricas, quiero decir que esta lectura, esta autopsia del pestilente fiambre llamado Alianza, da risa. El problema de la Alianza no parece haber sido su falta de programa. Parece, más bien, haber sido su programa. Ese que se ataba de pies y manos a una convertibilidad demencial, el que seguía hasta las comas los designios del Fondo, el que disponía el ajuste del ajuste del ajuste. Ese es un programa. Un programa espantoso, claro está. Pero es un programa. Se llama conservadurismo, neoliberalismo, ortodoxia, como quieran. Pero es un programa. Y ni siquiera estaba muy oculto en las livianas plataformas electorales papel ilustración del binomio De la Rúa-Chacho, o en los spots lavados que traficaron Agulla y Cía. Ahora recuerdo que compré ese champú justamente porque era difícil de abrir. Porque me harté de que mis niños jugaran a espumar el agua de su baño con la sustancia que uso para lavarme el pelo. Y vuelvo. No parece cierto que el problema de la Alianza haya sido la crisis de gobernabilidad hija del carácter heterogéneo de aquel acuerdo electoral. El problema pareció ser que esas supuestas diferencias se resolvieron a partir del alineamiento reverencial de las fuerzas autodenominadas progresistas detrás del sector más reaccionario de la UCR. No hubo peleas que impidieran avanzar. Hubo silencio cobarde. Roto sólo para denunciar un caso de corrupción, gravísimo, cierto, pero no una disidencia de fondo. Ahí se abrió el envase. Creo que me levanté la uña. ¿Es sangre eso? Sigamos. De la Rúa podía ser un humanoide vacilante a la hora de expresarse, de moverse, de encontrar la salida de los estudios de TV, pero su acción de gobierno, el conjunto de medidas tomadas durante aquellos días, puestas en fila, parecen ser la obra de una fuerza política firme y decidida. Una fuerza que arrancó reprimiendo una manifestación y terminó reprimiendo otra. En un arco creciente que incluyó reendeudamientos, ajustes interminables, la entronización de Cavallo, el déficit 0, el corralito, el recorte de salarios y jubilaciones y la ceguera sobre todo lo que se derrumbaba alrededor. No parece ese el recorrido de un gobierno titubeante o carente de plan. Parece más bien el despliegue de una experiencia ultraconservadora completamente a destiempo (si es que hay un tiempo para las experiencias ultraconservadoras). Y claro, esta caracterización que algunos ocultan y a otros nos rompe los ojos, es difícil de remontar. Mejor hablar de las patologías de una figura que ya no está o de las desprolijidades que pueden mejorarse con sólo proponérselo. Ahora sí. Me enjuago y salgo. ¿Será muy tarde? ¿Podrían decir la hora en este programa alguna vez? Y entonces, ¿de qué murió la Alianza? O deberíamos decir más bien, ¿de qué mató? Cierro las canillas. Salgo. Me seco y pienso. Intencionalmente o no, congelar los fracasos políticos en su lugar más idiota parece ser una costumbre arraigada en nuestro empobrecido debate político. Sin ir más lejos, muchas de las defecciones de hoy, nos sorprenden más o menos en función, creo, de nuestra falta de precisión a la hora de la disección de los 90. ¿Qué fue el menemismo? ¿Un momento más o menos siniestro del peronismo, una expresión acabada del neoliberalismo salvaje, una banda de corruptos, un momento de decadencia estética, una explosión de frivolidad? Seguramente tuvo algo de todo eso. Pero ahora venimos a descubrir que no a todos nos molestaba lo mismo. Por eso, crecimos en el error de creer que los que estábamos en contra de aquello pensábamos igual. Ahora parece que a algunos les molestaban más las formas, a otros más la corrupción como algo que pudiera analizarse en el vacío y extraerse cual tumor, a otros la grasitud. Estaban aquellos a quienes lo que les molestaba del menemismo era en qué había convertido al peronismo. Estaban aquellos a quienes lo que les molestaba del menemismo era el peronismo. Ahora que todo se desagrega, venimos a darnos cuenta de las diferencias. Ya casi termino. Me visto y salgo. Juro que salgo. En los 90 podías ser progre y gorila a la vez. Ese peronismo facilitaba las cosas para la militancia palermitana. Ahora, eso se dificulta. Ahora que el peronismo estalla en toda su complejidad, pareciera haber poco margen para esa postura confortable. Y aparecen las grietas. Entonces, hay que preguntarse como el viejo doctor Quincy, ¿Qué fue el menemismo? ¿Qué fue la Alianza? Y es más, ¿Qué quedará de esto que da en llamarse Kirchnerismo y que algún día, más acá o más allá, terminará? Habrá que estar listo para matarse a piñas en la compleja arena de la resemantización política. De lo contrario, un día vamos a encontrarnos con alguien que crea que lo peor de la dictadura fueron las cadenas nacionales. Uy, mirá la hora qué es. Otra vez se me hace tarde por quedarme boludeando en el baño. Debería probar con cantar. Ocupa menos tiempo.

jueves, 2 de septiembre de 2010

El periodismo "independiente" y sus problemas con la regla.


Finalmente, ayer se reglamentó la ansiada LEY DE SERVICIOS DE COMUNICACIÓN AUDIOVISUAL, también conocida como LEY MORDAZA, LEY DE MEDIOS K, o ESTRATEGIA CHAVISTA DE COMUNICACIÓN. Como los argumentos para oponérsele, cuestionarla, llenarla de dudas y generar miedos inconducentes no se han modificado. Como el discursode los periodistas alineados (o alienados) con sus patrones sigue siendo el mismo, no me siento obligado a cambiar el mío. Que era éste. Hace casi, casi un año.

Por suerte, hay cosas que cambian.

Por desgracia, gente que sigue parada en el mismo lugar.

lunes, 23 de agosto de 2010

Primero, me dieron 90 días para cambiar de proveedor de banda ancha. Pero a mí no me importó...




1.


Hola, habla un operario de Fiber-tale. Lo llamo porque necesito pasar por su casa a buscar el módem que...

Esto es una grabación. En instantes, uno de los integrantes de esta familia va a atenderlo... Turu... turú.. turú...

Taqueloparió.


2.


Es terrible lo que está pasando, Licenciado. ¿Hasta dónde quieren llegar?

Yo tengo miedo, Licenciado.

No es para menos: esto es como el nazismo. Es como el holocausto, Licenciado.

¿Usted dice que eso fue cierto?

Claro, Licenciado. Lo vi en History Channel. Fue terrible... Hitler fue como un Chávez.


3.


Hola, habla un operario de Fiber-tale. Lo llamo porque necesito pasar por su casa a buscar el módem que...

Se comunicó con la casa de un usuario. Si quiere saludar por algún cumpleaños, marque el 1. Si quiere saber qué programa de TV estamos viendo, marque el 2. Si quiere estafarnos con algún tiempo compartido, marque el 3. Si quiere decirnos que ganamos un concurso ridículo, marque el 4. Y si no, aguarde hasta que se nos dé la real gana de atenderlo. Piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiip.



4.


¿Y los usuarios, Licenciado? ¿Alguien piensa en ellos?

Nadie, Licenciado. Salvo Sino Polanas, claro. Pero nadie más.

Imagínese a todas esas personas vagando por la autopista informática sin un proveedor de banda ancha. Imagíneselos sin saber si van a poder volver a entrar a Perfil para comentar que entre los integrantes de Carta Abierta hay muchos con apellidos judíos, sin poder comprar una funda para la funda de la funda de su Ipod en Ofertasirrisorias.com, sin poder bajarse música ilegalmente, sin poder chatear, ni twitear, ni mandar abracitos de oso cariñoso en Facebook...

Es un horror. ¿No le digo? Falta que suban en trenes a los usuarios Fiber-tales, y los lleven a campos de desconexión con una "F" pinchada en su pijama gris. Porque eso puede pasar en cualquier momento. ¡En cualquier momento!


5.


Hola, habla un operario de Fiber-tales. Lo llamo porque necesito pasar por su casa a buscar el módem que dejamos hace dos meses y que...

Ah, de acuerdo, pero el contrato que firmé me obliga a tener ese módem por un año, ¿se acuerda? Así que vuelva a llamar en 10 meses, ¿sí? CLAC.

Shit.


6.


Esto es una escalada, Licenciado. Todo empezó con eso del fútbol...

Qué horror, Licenciado, Qué-ho-rror.

¿Sabe la plata qué le sale eso al Estado, Licenciado?

Ni me lo diga, Licenciado. Más de 600 millones de pesos.

¿Sabe la cantidad de sueldos de Obispos que podríamos pagar con esa plata, Licenciado?

Ni que lo diga, Licenciado. Ni que lo diga. Lo que pasa es que estos quieren que desaparezca la familia...

Que desaparezcan TN y la familia. Ni que lo diga.


7.


Hola, habla un operario de Fiber-tales. Lo llamo porque necesito pasar por su casa a buscar el módem que...

Ah, es muy simple: tiene que mandar un fax entre el 10 y el 15 del mes...

Pero hoy es 22.

Qué pena, va a tener que esperar hasta el mes que viene.

Pero...

Me manda el fax y vemos. Tiene que llegar De 10 a 10 y cuarto, un día par que no llueva. Y de ser posible en colores, ¿OK?

Bueno... No sé... Me pasa un número de fax por favor.

No, para eso tendría que haber llamado más temprano, el que se acuerda el número de fax es mi nieto. Y salió. Se fue al cyber.

¿Cuándo vuelve?

No sé, no vive acá. Adiós. CLAC.


8.


¿Quién les dijo a estos que pedir seguridad jurídica era ponerse a revisar si teníamos licencia para brindar los servicios que brindábamos?

Lo que pasa es que estos hijos de 8 mil vagones cargados de putas están muy crispados.

Así no se puede, Licenciado, uno quiere dialogar con estos montoneros corruptos mentirosos y ellos se niegan, no entiendo. Le juro que no entiendo.

¡Acá hace falta diálogo, Licenciado! ¡Con-sen-so!

Cuando los rajemos a patadas a esos guachos ya va a ver, Licenciado. Vamos a tener un consenso de la reconcha de su madre. Ya va a ver.


9.


Hola, habla un operario de Fiber-tales. Lo llamo porque necesito pasar por su casa a buscar el módem que dejamos alguna vez en su casa. ¿Puede ser?

Claro, pase mañana.

¡Perfecto! ¡Qué alegría! ¿A qué hora le parece?

Mire, voy a estar en mi casa en algún momento entre las 8 de la mañana y las 10 de la noche. Usted viene y se para en la puerta. Dentro de esas 14 horas, le aseguro que voy.

...

Hola, hola... Pobre hombre, parecía cansado.




martes, 17 de agosto de 2010

Y afuera hace frío

mcd ruso

CAMARADA 1: Usted confía en mi inocencia, ¿verdad?

CAMARADA 2: Por supuesto, Damianenko.

CAMARADA 1: ¿Y si le digo que me encontraba en el teatro, el día que lo mataron?

CAMARADA 2: Ese día había mucha gente. Además, yo sé lo que usted sentía por Belanov. Lo hablamos muchas veces.

CAMARADA 1: Temo que eso me juegue en contra, ¿sabe? Que alguien pretenda involucrarme.

CAMARADA 2: No entiendo. ¿Por qué habrían de hacerlo?

CAMARADA 1: Porque yo era de su confianza, tenía acceso a él.

CAMARADA 2: Usted no era el único. ¿Cuánta gente giraba alrededor de un personaje como Belanov? ¡Muchísimos!

CAMARADA 1: Sin embargo, el día del entierro sentí que me miraban con desconfianza...

CAMARADA 2: Vamos, Damianenko: la estima que Belanov tenía por usted era algo público. Él siempre hablaba de eso. Sobre todo a partir de que usted redactó ese famoso documento.

CAMARADA 1: ¿Cuál?

CAMARADA 2: Aquel en el que invitaba a la agrupación a condenar la postura "Movimientista" de Dasaev.

CAMARADA 1: ¿Usted lo recuerda?

CAMARADA 2: Claro. Yo había redactado el documento que leyó Dasaev.

CAMARADA 1: Oh. No lo sabía. Lo lamento.

CAMARADA 2: Una diferencia que se ha olvidado. De lo contrario yo no estaría hoy aquí, en su casa, bebiendo.

CAMARADA 1: Cierto. Y me alegro de que usted confíe en mí, Salenko. ¿Nada lo haría cambiar a usted de opinión, entonces?

CAMARADA 2: En absoluto.

CAMARADA 1: ¿Ni siquiera saber que el día que dispararon contra Belanov, yo, su más estrecho colaborador, estaba allí, muy cerca y con un arma?

CAMARADA 2: ¿Un arma?

CAMARADA 1: Pero no era el único. ¿Sabe cuánta gente portaba armas esa noche? ¡Muchísimos!

CAMARADA 2: Cuénteme los hechos. Desde el principio, Damianenko.

CAMARADA 1: Correcto. Ingresé a la Juventud Leninista a los 8 años...

CAMARADA 2: No, no... Cuénteme todo lo que pasó el día que mataron a Belanov.

CAMARADA 1: Bien. Llegué al teatro a las 18:22. Me dirigí a la zona de camarines. Ingresé en el de Belanov a las 18:25. Él estaba allí repasando el discurso que yo había terminado de redactar la noche anterior. Digamos, a las 23:49... Belanov estaba molesto. Decía que en el discurso había errores. A las 18:38 tuvimos un intercambio de palabras…

CAMARADA 2: ¿Usted le gritó?

CAMARADA 1: Quise hacerlo pero no pude: él me estaba tomando del cuello con mucha fuerza.

CAMARADA 2: Dios mío.

CAMARADA 1: ¿Usted cree en Dios, Salenko?

CAMARADA 2: Creer, creer... Digamos que le pongo un nombre tradicional al cuerpo energético generador de materia...

CAMARADA 1: ¿Y desde cuándo usted cree que la materia es generada por un cuerpo energético?

CAMARADA 2: Vivimos tiempos de apertura, Damianenko.

CAMARADA 1: Ya lo veo...

CAMARADA 2: ¿Está siendo irónico?

CAMARADA 1: Usted júzguelo.

CAMARADA 2: Pues creo que sí.

CAMARADA 1: Y eso... ¿le molesta?

CAMARADA 2: ¡Muchísimo!

CAMARADA 1: Lo lamento.

CAMARADA 2: Lo "lamenta". Después me dice a mí.

CAMARADA 1: ¿Qué le digo?

CAMARADA 2: ¿Desde cuándo usted echa mano a esa fórmula del sentimentalismo burgués?

CAMARADA 1: ¿Usted se refiere a "lo lamento"?

CAMARADA 2: Exactamente.

CAMARADA 1: Son tiempos de apertura, Salenko.

CAMARADA 2: Ya lo veo.

CAMARADA 1: Discúlpeme. Si le parece bien, cuando terminemos con esta charla me abocaré a la redacción de una profunda autocrítica.

CAMARADA 2: Sería lo correcto.

CAMARADA 1: ¿Le sigo contando entonces?

CAMARADA 2: No recuerdo de qué estábamos hablando.

CAMARADA 1: Del crimen de Belanov.

CAMARADA 2: Cierto. El estaba...

CAMARADA 1: ...en el camarín.

CAMARADA 2: Y usted había ido...

CAMARADA 1: ...para repasar nuestro discurso.

CAMARADA 2: Recuerdo. Y él se mostró algo...

CAMARADA 1: ...molesto.

CAMARADA 2: ¿Dijo usted que lo estaba tomando del cuello?

CAMARADA 1: Lo dije, sí.

CAMARADA 2: Y permítame que le pregunte una cosa, Damianenko... ¿Hubo testigos de esa discusión entre usted y Belanov?

CAMARADA 1: Belanov, yo, los agentes de seguridad que vinieron a rescatarme... Nadie más.

CAMARADA 2: ¿Agentes de seguridad?

CAMARADA 1: Sí. Uno… O un par… De decenas.

CAMARADA 2: Esto se complica.

CAMARADA 1: ¿Lo ve? Su confianza en mí se está resquebrajando.

CAMARADA 2: No es eso.

CAMARADA 1: ¿Y entonces?

CAMARADA 2: Es que de nada sirve que yo le crea, si la mayoría de la población tiene tantos elementos para considerarlo culpable.

CAMARADA 1: No puedo creer lo que oigo, Salenko.

CAMARADA 2: ¿Qué es lo que no puede creer?

CAMARADA 1: Que apele a las concepciones ilusorias de las mayorías para dudar de mi inocencia.

CAMARADA 2: Usted me está malinterpretando.

CAMARADA 1: Sus desviaciones democratistas siempre estuvieron latentes en sus discursos.

CAMARADA 2: ¿Mis discursos?

CAMARADA 1: Bueno, los que usted le escribía a Dasaev.

CAMARADA 2: Esa es una acusación muy seria, Damianenko. ¿Acaso me considera un teórico embarcado en prácticas seguidistas?

CAMARADA 1: La verdad, no quería creerlo cuando me lo decían.

CAMARADA 2: ¿Quién se lo decía? ¿Quien le hablaba mal de mí?

CAMARADA 1: Belanov.

CAMARADA 2: ¿Belanov?

CAMARADA 1: Siempre discutíamos por su culpa. Belanov no podía entender que yo cultivara una amistad con un trotskista.

CAMARADA 2: Ese miserable...

CAMARADA 1: Tiene usted razón: ese Trotsky...

CAMARADA 2: No me refiero a él.

CAMARADA 1: ¿Está usted defendiendo a Trotsky? Cuánta razón tenía el pobre Belanov.

CAMARADA 2: A él me refería cuando decía que era un miserable: a Belanov.

CAMARADA 1: Usted lo odiaba.

CAMARADA 2: Bueno...

CAMARADA 1: Lo odiaba, ¿verdad?

CAMARADA 2: No puedo mentirle. Usted es mi amigo: la verdad es que siempre odié a Belanov, su repugnante centralismo y su meneada guerra de posiciones. Maldito desgraciado.

CAMARADA 1: Salenko.

CAMARADA 2: ¿Qué?

CAMARADA 1: ¿Dónde estaba usted la noche que lo mataron?

CAMARADA 2: ¿Perdón?

CAMARADA 1: Lo que oye: no se haga el alienado.

CAMARADA 2: Estaba… en una reunión.

CAMARADA 1: Una reunión. ¿Tiene testigos?

CAMARADA 2: Muchísimos.

CAMARADA 1: Quiero nombres.

CAMARADA 2: No puedo dárselos. Era una reunión confidencial.

CAMARADA 1: Qué interesante. Mientras asesinaban a nuestro líder, la facción rupturista estaba conspirando en vaya a saber uno qué sucia catacumba socialdemócrata.

CAMARADA 2: Eso no nos convierte en asesinos.

CAMARADA 1: Eso va a determinarlo la agrupación.

CAMARADA 2: Vamos, Damianenko, usted confía en mi inocencia, ¿verdad?

CAMARADA 1: Deme una buena razón para hacerlo.

CAMARADA 2: Después de todo, el que había peleado con Belanov horas antes de que lo mataran y además llevaba un arma era usted...

CAMARADA 1: No me venga con sofismas, Salenko. En el momento en que Belanov muere, ustedes estaban planeando su asesinato. Y el orden de los factores no altera el producto.

CAMARADA 2: Sí lo altera. Si alguien se nos adelantó, el culpable es él no nosotros.

CAMARADA 1: Pero ustedes pensaban matarlo.

CAMARADA 2: Usted dice bien: "pensábamos". Eso no nos convierte en asesinos.

CAMARADA 1: Tal vez. Pero sí los convierte en autores intelectuales.

CAMARADA 2: No, porque ni siquiera conocemos al autor material.

CAMARADA 1: Su anticuada visión escindida de las esferas intelectual y material no le será de ayuda ante el tribunal. Son otros tiempos, Salenko. Queda usted detenido.

CAMARADA 2: ¿Y desde cuándo es usted policía?

CAMARADA 1: Belanov me nombró Jefe de Policía. Fue su última voluntad.

CAMARADA 2: ¿Usted escuchó las últimas palabras de Belanov?

CAMARADA 1: Técnicamente, no. Pero yo las escribí.

CAMARADA 2: ¿Cuándo?

CAMARADA 1: Antes de que muriera, por supuesto. ¿Por quién me ha tomado?

CAMARADA 2: Y va a llevarme detenido entonces.

CAMARADA 1: Ni lo dude. Estas cosas no se pueden dejar impunes. Hoy asesinan a un líder político y mañana quién sabe. Piden el voto secreto en el Congreso.

CAMARADA 2: ¿La acusación es seria?

CAMARADA 1: Yo mismo la redacté: aquí está.

CAMARADA 2: ¿Y qué va a pasarme?

CAMARADA 1: Depende.

CAMARADA 2: ¿De qué?

CAMARADA 1: De su colaboración.

CAMARADA 2: Lo escucho.

CAMARADA 1: Hipótesis uno: usted niega todos los cargos, la Agrupación lo somete a juicio, mi acusación es tomada como prueba irrefutable, por lo tanto: es condenado a la silla eléctrica.

CAMARADA 2: Entiendo. ¿La hipótesis dos?

CAMARADA 1: Usted acepta los cargos, la Agrupación agradece su confesión, yo soy felicitado por el nuevo Secretario...

CAMARADA 2: ¿Y yo?

CAMARADA 1: Es condenado a la silla eléctrica.

CAMARADA 2: No alcanzo a comprender la diferencia entre una y otra hipótesis.

CAMARADA 1: No me sorprende: propio de un representante del más vil espontaneísmo. La diferencia es que, en el primer caso, yo no soy felicitado por el Nuevo Secretario.

CAMARADA 2: ¿Por mi culpa?

CAMARADA 1: Ni más ni menos, Salenko.

CAMARADA 2: Lo lamento. No es mi intención.

CAMARADA 1: Entonces, ¿va a firmar la confesión?

CAMARADA 2: Primero debería redactarla.

CAMARADA 1: No hace falta: yo lo hice por usted.

CAMARADA 2: Debería firmarla entonces.

CAMARADA 1: Adelante.

CAMARADA 2: Antes de firmar, quisiera hacerle una pregunta.

CAMARADA 1: Hágala, amigo.

CAMARADA 2: ¿Desde cuándo tenemos silla eléctrica?

CAMARADA 1: Ah, el progreso. El Estado se moderniza a pasos agigantados, Salenko.

CAMARADA 2: Es notable. Hasta hace algunos años no teníamos electricidad.

CAMARADA 1: Marchamos hacia una sociedad de avanzada donde la gente podrá tener más y más bienestar.

CAMARADA 2: El futuro es promisorio, ¿verdad?

CAMARADA 1: Es una lástima que usted no vaya a verlo, Salenko.

CAMARADA 2: Ya lo creo. Una lástima, sí. ¿Podría aclararme una ultima cuestión?

CAMARADA 1: Empieza a abusar de mi amabilidad.

CAMARADA 2: Por favor. La última.

CAMARADA 1: Lo escucho.

CAMARADA 2: Como viejos amigos...

CAMARADA 1: Dígame.

CAMARADA 2: ¿No hay modo de evitarlo?

CAMARADA 1: ¿Qué cosa? ¿Quiere que yo firme por usted?

CAMARADA 2: No, me refiero a la silla eléctrica.

CAMARADA 1: Bueno, tomando en cuenta el modo en que usted está colaborando con las autoridades yo podría ejercer mis influencias para que se le aplique una inyección letal.

CAMARADA 2: ¿Inyección letal?

CAMARADA 1: Lo sorprendí, ¿no es cierto?

CAMARADA 2: ¿Es que también tenemos inyección letal?

CAMARADA 1: Acabamos de adoptarla. Nuestros científicos trabajan a brazo partido, amigo. No podemos quedarnos atrás.

CAMARADA 2: Por supuesto que no...

CAMARADA 1: Le digo más: usted puede ser el primero.

CAMARADA 2: Será un honor.

CAMARADA 1: ¿Qué le parece? Uno lucha día tras día para alcanzar los ideales de nuestra Revolución y sin embargo, ¿quién sabe si llegará a ocupar un minúsculo apartado en un libro de historia? En cambio usted, Salenko, será otro de nuestros pioneros. El primer hombre en ser inoculado con una inyección letal creada por nuestra pujante industria farmacéutica.

CAMARADA 2: No piense que desestimo tamaño gesto. Pero...

CAMARADA 1: ¿Usted es de los que le temen a las inyecciones?

CAMARADA 2: No. A las cosas letales.

CAMARADA 1: Debió pensarlo antes, Salenko.

CAMARADA 2: Lo sé. Lo sé. Pero tengo hijos pequeños. Quedarán desamparados si muero…

CAMARADA 1: ¿Se cree irreemplazable? El típico pensamiento mesiánico de los líderes foquistas.

CAMARADA 2: No hay modo entonces.

CAMARADA 1: No.

CAMARADA 2: Si las cosas son de este modo, no me queda otra opción.

CAMARADA 1: ¿Qué hace?

CAMARADA 2: Es mi pastilla suicida.

CAMARADA 1: No lo haga, Salenko. Piense en sus hijos, piense en su esposa.

CAMARADA 2: No puedo pensar en todos ellos ahora. Tengo una sola.

CAMARADA 1: Morirá como un cobarde, entonces.

CAMARADA 2: ¿Tengo alternativa?

CAMARADA 1: Deme los nombres.

CAMARADA 2: ¿Qué nombres?

CAMARADA 1: Los de los otros integrantes de su agrupación izquierdista.

CAMARADA 2: ¿Estamos negociando?

CAMARADA 1: Estoy tratando de tenderle una mano en nombre de la agrupación.

CAMARADA 2: ¿Debo decidir entre mi propia vida y cargar con la muerte de mis compañeros para siempre?

CAMARADA 1: Es una buena oferta. Le ofrezco vivir.

CAMARADA 2: No lo sé. Es una decisión ética muy trascendente.

CAMARADA 1: Está bien: le ofrezco vivir y un calentador eléctrico prácticamente nuevo.

CAMARADA 2: De acuerdo. ¿Alcanza con veinticinco?

CAMARADA 1: ¿Veinticinco nombres? Excelente, Salenko. Es usted un gran camarada.

CAMARADA 2: Lo sé. Mientras escribo los nombres puede usted servirme una copa.

CAMARADA 1: Claro que sí. Esto hay que celebrarlo.

martes, 3 de agosto de 2010

Cómo sigue



El lunes 19 de julio, Ricardo Fort y la Mole Moli discutieron fuertemente. La sintaxis de ambos nos impidió saber el motivo. Tal vez un cupo limitado para musculosos unineuronales en el staff de Bailando por un Sueldo. Lo que sea, pero rindió: 30 puntos.

El lunes 26 de julio, RF se fue. ¡Oh, sorpresa! resultado: 32 puntos.

El lunes 2 de agosto, RF volvió. ¡Oh, sorpresa! Picos de 30 y pico.

¿Qué sorpresas nos depararán los próximos lunes? Para evitar que el grupo de tareas creativas de Ideas del Sub tenga un derrame cerebral en cadena, sugerimos algunas posibilidades.

Lunes 9 de agosto. Baile del caño. RF se invisibiliza en un torrente de culos.

Lunes 16. RF hace el baile del caño.

Lunes 23. RF se fuma un caño y confiesa que es heterosexual, pero que viene de un planeta muy lejano.

Lunes 30. RF sale de caño a robar chongos. Lo siguen 6 cámaras y un zoquete que tira chistes en OFF.

Lunes 6 de septiembre. RF con resaca. Para rellenar, el gato de Alfano (su mascota) se pasa con las drogas y muere de sobredosis.

Lunes 13. RF le practica una autopsia al gato de GA (a su mascota) que estuvo hasta entonces en el freezer de Reina Reech. El de Barbieri era altamente peligroso.

Lunes 20. La Mole Moli denuncia a RF por mala praxis.

Lunes 27. RF va preso. La policía irrumpe en Ideas, y luego de un momento de vértigo en el que no saben por dónde empezar, deciden detener a RF. Por la denuncia y porque cae en picada el rating de Policías en Acción.

Lunes 4 de octubre. RF espera sentencia detenido. La Mole Moli termina de comprender finalmente que sorongo quiere decir “mala praxis”. Aunque no del todo.

Lunes 11. Las masas salen a la calle a exigir la libertad de RF. Es el día de la lealtad anabólica.

Lunes 18. RF ya fue liberado pero sigue despidiéndose del pabellón de presos peligrosos.

Lunes 25. Termina la despedida. RF camina las calles nuevamente (aunque con cierta dificultad). Lo siguen 6 cámaras, un zoquete que tira chistes en OFF y cuatro homicidas que salieron escondidos en sus pectorales.

Lunes 1 de noviembre. RF es recibido con toda la pompa en el piso del Bailando. Habla de su estadía en la cárcel. Sorprende su parquedad. Apenas dice “boló” unas 226 veces.

Lunes 8. Se lanza la candidatura presidencial de RF. E inmediatamente después, el casting para elegirle vice. Es más trucho que el que hicieron para buscarle novia. Pero menos que el que hizo el FPV para buscar vice en el 2007.

Lunes 15. Marce trae de Miami al Enano que baila desnudo. Se suspende el casting de vices. Sus resultados se conocerán con los del último Gran Cuñado, los ganadores del Bailando Kids y la investigación sobre el robo de las manos de Perón.

Lunes 22. El enano que baila desnudo es suceso. Lógico, ¡Es enano! Pero además, ¡Baila desnudo! RF pasa a un doloroso segundo plano. De nada sirve que exhiba que compró las manos de Perón y las usa de hebilla en un monono cinturón de strass.

Lunes 29. RF no soporta haber sido desplazado. Se suicida en cámara. Lo hace arrojándose sobre las obras completas de Cornelius Castoriadis. Los médicos aseguran que no sufrió. Aunque sí, Cornelius Castoriadis.

Lunes 6 de diciembre. Chiche Gelblung se suma al jurado. No sin antes practicarle una autopsia en vivo (paradojal, ¿cierto?) al cuerpo de RF. ¡Sorpresa! Descubren un cartílago sin operar.

Lunes 13. El enano que baila desnudo gana el Bailando. Su soñador consigue un trasplante de médula para su madre. Las madres de los otros participantes deberán perecer, o probar suerte en el próximo Descorchando botellas de Merlot con el toor por un sueño.

Lunes 20. Último programa. Marce se despide prometiendo nuevas ideas para el 2011 y haciendo un número de tap con el enano que baila tap descalzo. ¿Quién era RF?